miércoles, 29 de febrero de 2012

Harry Potter.

Autora: J.K. Rowling - Inglesa

Harry Poter y la Piedra Filosofal

Sinopsis: Harry Potter se ha quedado huérfano y vive en casa de sus abominables tíos y del insoportable primo Dudley. Harry se siente muy triste y solo, hasta que un buen día recibe una carta que cambiará su vida para siempre. En ella le comunican que ha sido aceptado como alumno en el colegio interno Hogwarts de magia y hechicería. A partir de ese momento, la suerte de Harry da un vuelco espectacular. En esa escuela tan especial aprenderá encantamientos, trucos fabulosos y tácticas de defensa contra las malas artes. Se convertirá en el campeón escolar de quidditch, especie de fútbol aéreo que se juega montado sobre escobas, y se hará un puñado de buenos amigos... aunque también algunos temibles enemigos. Pero sobre todo, conocerá los secretos que le permitirán cumplir con su destino. Pues, aunque no lo parezca a primera vista, Harry no es un chico común y corriente. ¡Es un verdadero mago! 


Harry Potter y la Cámara Secreta

Sinopsis: Tras derrotar una vez más a lord Voldemort, su siniestro enemigo en Harry Potter y la piedra filosofal, Harry espera impaciente en casa de sus insoportables tíos el inicio del segundo curso del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Sin embargo, la espera dura poco, pues un elfo aparece en su habitación y le advierte que una amenaza mortal se cierne sobre la escuela. Así pues, Harry no se lo piensa dos veces y, acompañado de Ron, su mejor amigo, se dirige a Hogwarts en un coche volador. Pero ¿puede un aprendiz de mago defender la escuela de los malvados que pretenden destruirla? Sin saber que alguien ha abierto la Cámara de los Secretos, dejando escapar una serie de monstruos peligrosos, Harry y sus amigos Ron y Hermione tendrán que enfrentarse con arañas gigantes, serpientes encantadas, fantasmas enfurecidos y, sobre todo, con la mismísima reencarnación de su más temible adversario. 


Harry Potter y el Prisionero de Azkaban



Sinopsis: El verano se acerca a su fin y encuentra a Harry Potter de 13 años en la casa de sus tíos, los Dursley. Pero luego de un incidente en que el muchacho no logra controlar su temperamento y hechiza a una visitante (Marge, la hermana de Vernon Dursley), el muchacho huye a bordo del Autobús Noctámbulo rumbo a Londres. Así se entera de la noticia que mantiene en vilo al mundo mágico: un peligroso asesino ha burlado a los carceleros de Azkaban y se ha dado a la fuga.

Tras refugiarse en la taberna El Caldero Chorreante, se reencuentra, al cabo de unos días, con sus amigos Hermione Granger y Ron Weasley, quien se hospeda junto a su familia en el lugar. Pese a la renuencia de su esposa, Arthur Weasley decide poner al tanto a Harry de la relación que existe entre él y el fugitivo Sirius Black: Black estuvo entre las filas del innombrable Lord Voldemort durante la plenitud de su poder y el motivo de su huida es, aparentemente, asesinar a Harry para propiciar el retorno de su amo.


Harry Potter y el Cáliz de Fuego

Sinopsis: Tras otro abominable verano con los Dursley, Harry Potter se dispone a iniciar el cuarto curso en Hogwarts, la famosa escuela de magia y hechicería. A sus catorce años, a Harry Potter le gustaría ser un joven mago como los demás y dedicarse a aprender nuevos sortilegios, encontrarse con sus amigos Ron y Hermione y asistir con ellos a los Mundiales de Quidditch. Sin embargo, al llegar al colegio le espera una gran sorpresa que lo obligará a enfrentarse a los desafíos más temibles de toda su vida. Si logra superarlos, habrá demostrado que ya no es un niño y que está preparado para vivir las nuevas y emocionantes experiencias que el futuro le depara.


Harry Potter y el Orden del Fénix



Sinopsis: Las tediosas vacaciones de verano en casa de sus tios todavia no han acabado y Harry se encuentra mas inquieto que nunca. Apenas ha tenido noticias de Ron y Hermione, y presiente que algo extraño esta sucediendo en Hogwarts. En efecto, cuando por fin comienza otro curso en el famoso colegio de magia y hechiceria, sus temores se vuelven realidad. El Ministerio de Magia niega que Voldemort haya regresado y ha iniciado una campaña de desprestigio contra Harry y Dumbledore, para lo cual a asignado a la horrible profesora Dolores Umbrigde la tarea de vigilar todos sus movimientos. Asi pues, ademas de sentirse solo e incomprendido, Harry sospecha que Voldemort puede adivinar sus pensamientos, e intuye que el temible mago trata de apoderarse de un objeto secreto que le permitiria recuperar su poder destructivo.


Harry Potter y el Príncipe Mestizo

Sinopsis: Con dieciseis años cumplidos, Harry inicia el sexto curso en Hogwarts en medio de terribles acontecimientos que asolan inglaterra. Elegido capitan del equipo de Quidditch, los entrenamientos, los examenes y las chicas ocupan todo su tiempo, pero la tranquilidad dura poco. A pesar de los ferreos controles de seguridad que protegen la escuela, dos alumnos son brutalmente atacados. Dumbledore sabe que se acerca el momento, anunciado por la profecia. en que Harry y Voldemort se enfrentaran a muerte: "El unico con poder para vencer al Señor Tenebroso se acerca... Uno de los dos debe morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podra vivir mientras siga el otro con vida." El anciano director solicitara la ayuda de Harry y juntos emprenderan peligrosos viajes para intentar debilitar al enemigo, para lo cual el joven mago contara con la ayuda de un viejo libro de pociones perteneciente a un misterioso personaje, alguien que se hace llamar Principe Mestizo.


Harry Potter y las Reliquias de la Muerte

Sinopsis: La fecha crucial se acerca. Cuando cumpla diecisiete años, Harry perdera el encantamiento protector que lo mantiene a salvo. El anunciado enfrentamiento a muerte con Lord Voldemort es inminente, y la casi imposible mision de encontrar y destruir los restantes Horrocruxes mas urgente que nunca. Ha llegado la hora final, el momento de tomar las decisiones mas dificiles. Harry debe abandonar la calidez y seguridad de la Madriguera para seguir sin miedo ni vacilaciones el inexorable sendero trazado para el. Consciente de lo mucho que esta en juego, solo dentro de si mismo encontrara la fuerza necesaria que lo impulse en la vertiginosa carrera para enfrentarse a su destino.


Quidditch a través de los tiempos

Sinopsis: En "Quidditch a través de los tiempos" se narra la historia y evolución del deporte del quidditch y todos los aspectos relacionados (reglas, equipos, pelotas, etc.) a partir de los primeros usos de la escoba como un instrumento volador por parte de los brujos y los primeros juegos y deportes que se desarrollaron antes del quidditch, los cuales algunos tuvieron éxito y otros no. 


Animales fantásticos y dónde encontrarlos

Sinopsis: Hay un ejemplar de Animales fantásticos y dónde encontrarlos en casi todos los hogares de magos del país. Ahora, también los muggles pueden descubrir dónde viven los quintapeds, qué come el puffskein y por qué es mejor no dejar leche fuera de casa para un knarl.


Opinion: Harry Potter fue, es y siempre sera mi saga favorita de libros (y de peliculas también). Los libros son como la pelicula, a excepción de unos cuantos detalles y escenas que no aparecen. 



-Vico.

 

Terror en el campamento.


Autor: Sebastián Pedrozo - Uruguayo


Sinopsis: Si te gusta el terror y el suspenso, este es el libro que tanto buscabas.
En él encontraras criaturas de la noche que surgen del fondo de la tierra, lobisones que esconden grandes secretos, personas que no saben que han muerto, animales fuera de control... y mucho más. 
¿Estás preparado para el miedo? Entonces, sigue a los personajes de Terror en el campamento y averígualo. Pero ten cuidado, ahora el terror está en tus manos. No podrás parar de leer estas historias macabras, cerca de tu casa, y te las podría haber contado un amigo, un compañero de clase o cualquier vecino.
Este libro ya no podrá cerrarse...


Opinion: Es un libro de género de terror y suspenso, nos relata 5 historias terroríficas que te dejaran los pelos de punta de principio a fin. Este es uno de mis libros favoritos de terror, esta muy bueno; y pienso que todos deberían darle una oportunidad, a aquellos que tanto les gusta este tipo de historias.


Una de las historias: Terror en el edificio


Cuando sientas que no estás solo, pero no
puedes ver de dónde llegan las miradas que
se posan en ti, nunca gires muy rápido,
dale tiempo al visitante para desaparecer, 
para volver a donde pertenece.

TONY VEDDER

Cuando subía al ascensor y sentía la mano sobre mi
hombro, quería gritar. Gritar bien fuerte, hasta que las
paredes temblaran...

   El edificio era alto y poco elegante. Una gran caja de zapatos vertical, gris y de ventanas cuadradas. Todas idénticas. En el barrio se lo llamaba, irónicamente, "los nichos". El mejor nombre para un lugar con una historia como la de aquel. Nunca más apropiado un mote así.
   Los primeros cinco pisos inferiores (la mitad de la contrucción) estaban vacíos. Varios años atrás había sucedido un devastador incendio. Nadie podía olvidar el episodio que termino en catástrofe. Una tragedia. Lo sucedido había salido en las noticias, todos los diarios lo mostraron en sus portadas durante días y días.
   A pesar de que los bomberos habían llegado rápidamente, nada pudo detener el fuego. Su intervención, aunque arriesgada y valiente, resultó tardía. Por otra parte, los habitantes del inmueble cometieron una serie de errores que terminaron siendo fatales.
   Algunos aseguran que los gritos de las víctimas todavía se pueden escuchar por las noches, cuando la cuidad está callada.
   Sin embargo, estos cinco pisos se mantuvieron en pie y, aunque con muestras evidentes de haber sido muy castigados por las llamas, luego de una pesquisa técnica se estuvo en condiciones de afirmar que no suponían un riesgo para la estabilidad del inmueble como un todo.
   Si bien los cinco pisos siniestrados eran aún habitables y podían ser recuperados con bastantes arreglos y pintura, los empleados de la inmobiliaria que administraba los apartamentos ya habían perdido las esperanzas de ocupar el funesto tramo del edificio. Era común ver a parejas de recién casados que, al reconocer el famoso lugar, retrocedían en el acto.
   "Eh..., no gracias, vamos a seguir viendo. Cualquier cosa llamamos...", era la muletilla a la que recurrían para justificar que ni siquiera estuvieran interesados en que les mostraran alguno de los apartamentos vacíos.
   Pero claro, lo que ocurría era que enseguida identificaban el desgraciado edificio. Allí había pasado algo terrible y no podían soportar imaginarse cómo podría ser comenzar una vida en común en semejante entorno. Y se iban sin mirar atrás. Con prisa, acongojados y en silencio.
   Cualquiera hubiese hecho lo mismo. ¿Quién quiere vivir en un lugar así?
   Pero a mi madrina Luján no le molestaba demasiado tener su vivienda en "los nichos". Era propietaria de un apartamento de dos ambientes en el último piso, junto al de unos vecinos bastante tranquilos.
   Desde su balcón se podía ver el cerro de Montevideo y las torres más altas del centro de la cuidad. En cuanto a mí respecta, aquel era el único lugar del apartamento donde se sentía cómoda.
   Cada domingo yo le llevaba unos catálogos de cosméticos que mi madre vendía. Compraba muchas, pero muchas cremas. Además, probaba todo tipo de maquillaje. Siempre estaba acicalada, con base de polvos y todo eso. Pero le quedaba bien. Hay mujeres realmente coquetas, Luján era una de ellas.
   Mi madrina anotaba lo que quería del catálogo y, luego de merendar, yo me volvía a casa. Pero eso no siempre se daba estrictamente así. La rutina variaba. Por suerte, Luján tenía una especia de pasión secreta (menos para mí). Le gustaba confeccionar ropa, sobre todo diseñar remeras que luego ella misma usaba. Hubo días en que me la pasé probándome unos conjuntos muy lindos y varias camisetas súper modernas. Mi favorita era una que tenía la cara estampada de la cantante Pink sobre, obviamente, un fondo rosado.
   Algo curioso era que todas las remeras siempre tenían manga larga. Incluso ella las usaba así, y todo hacía suponer que era el modelo que más le gustaba. Nunca la vi con una musculosa u otra prenda que mostrara un poco sus brazos. Tendría vergüenza, yo qué sé. No me animé a preguntarle acerca de eso, no quería parecer una metida. "Es cuestión de gustos", decía mi madre cuando le contaba.
   A pesar de que Luján era una persona que no salía mucho (nunca la había visto fuera de su casa), se las arreglaba para estar a la moda. sabía lo que se usaba. Tenía una biblioteca llena de revistas europeas y norteamericanas. Yo llegaba a disfrutar mucho de su compañia. Pero, claro, no todo era diversión: nada es tan simple.
   Existía un problema bastante importante: recorrer el tramo que iba desde la planta baja hasta el piso diez era toda una aventura.
   Una siniestra aventura.

   
   La primera vez que pasó lo del ascensor hacía un calor insoportable. Llegué, como siempre, a eso de las dos de la tarde. Mi madrina me había recomendado que no dejara de tomar el ascensor, ya que las escaleras resultaban eternas. Y yo le hacía caso. No es que sea una chica medio comodona, pero aquel día en especial, con tanta calor, no estaba para hacerme la deportista y remontar cuesta arriba la escalera.
   Entré al ascensor y apreté el botón. Estaba sola.
   Cuando iba por el piso tres, algo pasó. Primero, un sacudón, luego se apagó la luz y se iluminaron los botones en el tablero que estaba al lado de la puerta; las luces que correspondían a cada piso comenzaron a parpadear hasta que la iluminación en el interior de la màquina se fue del todo. Tragué saliva. Tratè de no perder el control. Nunca le había temido a los lugares cerrados y oscuros, pero aquello fue tan repentino que me tomó desprevenida.
   Después, los discos con los números de pisos pintados en el centro se fueron encendiendo alternativamente. Era muy extraño. Me encontré en medio de una especie de videojuego descompuesto.
   Apreté el botón de seguridad. No hubo respuesta. El edificio tenía un encargado: el señor Zapata, un hombre que siempre estaba haciendo algo: barría, pintaba, remachaba, cambiaba cosas de sitio, caminaba de aquí para allá sin parar.
   Esperé unos instantes. Nada. Silencio. Por suerte, al cabo de unos minutos que se me hicieron eternos, una luz rojiza iluminó todo el recinto desde un panel en el techo.
   "Iluminación de emergencia", pensé.
   Comencé a golpear la puerta con todas mis fuerzas.
   -¡Señor Zapata, señor Zapata, el ascensor!-grité.
   Mi llamado no surtió efecto. Un par de minutos más tarde todo seguía como antes. Traté de pensar cómo podría abrir la puerta. Aunque estó podía ser muy peligroso, por supuesto. Quizá el artefacto estuviese atascado entre dos pisos. Corría peligro de caer al vacío.
   Cuando me estiré hacia delante para tocar el botón previsto para emergencias, sentí que una mano se posaba sobre mi hombro.
   Fueron apenas unos instantes, pero allí estaba la presencia detrás de mí, como una mirada clavada en la nuca. Sin embargo, no había nada más que aquellos cinco dedos tocándome. Era como si alguien dijese: "Quieta, yo estoy aquí".
   Después de otro lapso que me pareció interminable, desde el otro lado, se oyó un golpe en la puerta, seguido del vozarrón del encargado.
   -Hola, hola...
   -¿Zapata? Soy la ahijada de Luján.
   -¿Estás bien?
   -Sí, todo bien -contesté. Mi voz temblaba un poco. Pero en aquella situación no podía sonar fuera de lugar, después de todo me encontraba encerrada en un ascensor sola, y eso puede inquietar a cualquiera.
   -Apretá el botón de planta baja y luego el del piso tres -ordenó Zapata.
   Hice lo que me indicó y, luego de otro sacudón, el ascensor se movió. La puerta se abrió en el piso tres. Exactamente donde se había detenido.
   Frente de mí apareció el señor Zapata. Sostenía unas herramientras grasientas. Estaba pálido y en sus mejillas se podían ver unas tenues manchas verdosas. Parecía enfermo.
   -Ah..., hola, ¿qué paso? -dije al poner un pie en el pasillo.
   -Nada grave. El sistema es viejo y, después del incendio..., dos por tres se tranca. A veces la información de los pisos se mezcla y el mecanismo no sabe cómo responder. Por eso queda trabado, y hay que hacer este procedimiento -Zapata hizo una pausa-. Bué, ya está. Ahora subís, ¿no?
   -¿No quiere que use la escalera? En una de esas este aparato se tranca de nuevo... -sugerí, desconfiada.
   Zapata miró hacia ambos lados. Se rascó la barbilla. Dudaba. Su cara se pobló de diminutas gotas de sudor. Una vena apareció en su frente como una manguera obstruida.
   -No. Seguí, seguí en el ascensor. Todavía está muy arriba el apartamento de la señora Luján.
   -Pero, ¿seguro que no hay problema?
   -No. El sistema ya está bien, tranquila.
   Cuando entré nuevamente al ascensor y las puertas se cerraron, comprendí que, por un momento, había estado donde nunca antes, en un lugar desconocido para mí: uno de los cinco pisos en los que había sucedido el nefasto incendio.
   Ese fue el primer encuentro.


   Al domingo siguiente volví a sentir la mano en el hombro.
   Con la salvedad de que aquella vez no apareció Zapata para romper el maleficio y salvarme de la maldita sensación. La mano permaneció inmóvil, fría, su vida sobre mi hombro. Ahogué un grito. Debido al miedo, estuve a punto de perder el conocimiento. No obstante, me mantuve firme. Resistí, como pude, pero lo hice.
   Esta vez la luz de emergencia se apagó y el ascensor siguió su marcha hacia el piso diez. Alguien había accionado un botón desde algún piso más arriba.
   Al retomar la marcha, volví a estar sola en el ascensor. Cuando llegué a la casa de mi madrina todavía me sudaban las manos. Me las sequé con el pantalón.
   -Hola, mi amor -me recibió Luján-. Estás pálida, ¿te sentís bien?
   -Súper -mentí.
   Y la emprendimos con la rutina de la merienda y las cremas anti-age.


   En el tercer encuentro las cosas se complicaron.
   Sin embargo, puedo decir que esta tercera vez intenté evitarme un disgusto más. Después de los dos últimos sustos, había decidido que la vez siguiente ultilizaría la escalera. Pero, llegada la ocasión, cuando enfilaba hacia allí, me encontré con Zapata, que estaba barriendo al pie del primer escalón.
   -Hola, mija, ¿cómo te va?
   -Bien.
   -¿Hoy subís por acá? -me preguntó señalando con la escoba en dirección a la escalera.
   -Creo que sí. Hay que hacer ejercicio -argumenté.
   -Pah, justo hoy yo te voy a tener que pedir que me hagas una gauchada...
   -Dígame -no imaginaba de qué forma podía ayudar al encargado.
   -Vas a tener que subir por el ascensor. Estoy pintando las escaleras entre el segundo y tercer piso. Hay que esperar a que se seque la pintura.
   -¡No me diga, justo hoy, qué mala suerte! -refunfuñé.
   -Perdón, mija.
   Había sido un poco grosera con el encargado. Él no tenía la culpa. En realidad, nadie la tenía. Había que subir, no quedaba otra. Por eso respondí:
   -No, todo bien. Bueno, entonces subo.
   Otra vez el nerviosismo. La tensión de saber que el ascensor se iba a detener en el tercer piso, que iba a estar la mano allí, presionando sobre mi hombre, expectante.
   Y luego, el sacudón, la luz roja que se enciende, la extraña sencación de que un par de ojos se clavan en tu nuca. ¿Por qué no me acurrucaban contra la pared? Lo pensé, pero me fue imposible moverme de mi sitio. Me había petrificado en medio del ascensor.
   Y la mano.
   Esa mano sobre mi hombro.
   Encontres lo escuché. Un susurro detrás de mí. Unas palabras entrecortadas, poco claras, pero profundas. No me podía mover, mi curiosidad me pedía que girara, que averiguara de quién era la mano que me había estado atormentando cada domingo.
   Intenté convencerme de que todo era producto de mi imaginación.
   Cuando escuché la voz de nuevo, no pude engañarme más. No había duda de que las cosas estaban sucediendome realmente.
   -No salgas, esperá, el fuego no puede entrar acá. Los bomberos nos van a salvar. Los demás no lo saben, pero este es el lugar más seguro que hay.
   La voz, ahora más clara que nunca, confirmó que allí había alguien.
   Cuando terminó de hablar, me dio un par de golpecitos cariñosos sobre el hombro y retiró la mano. No pude resistirlo y, por un momento, mis ojos se cerraron en una forma extraña, mis párpador pesaban una tonelada cada uno. Traté de hacer un esfuerzo para ver quién hablaba detrás de mí.
   Pero cuando giré no vi a nadie.
   ¿Cómo era esto posible? ¡Alguien había hablado fuerte y claro! Me sentía muy mal, no quise estar ni un segundo más allí dentro.
   Por eso me paré frente a la puerta y traté de abrir las dos hojas forzándolas desde la unión en el centro. Sorprendentemente (esto pudo haber sido producto del miedo), las hojas comenzaron a separarse con relativa facilidad.
   -¡No... no abras las puertas! -dijo la voz-. El fuego no puede entrar acá.
   Mi resistencia tenía un límite. Comencé a llorar.
   -Déjeme, déjeme...
   ¿Qué estaba pasando? ¿Quién era el que hablaba?
   Se trataba de un adulto, quizá un anciano..., no podría asegurarlo. Los nervios me impedían retener aquellos detalles. Lo que más me importaba era saber cómo era el rostro, cuál era la expresión de sus ojos. Ese tipo de cosas.
   Pero no lo podía ver, no podía.
   -¡Callate! -estallé.
   La voz continuó pidiéndome que no abriera la puerta. A pesar de eso, no le hice caso. Seguí con la "misión retirada": dado que las hojas habían quedado bastante separadas una de la otra, podía pasar un brazo por allí. Noté que el ascensor se había detenido entre dos pisos, quizá el segundo y el tercero.
   Me esforcé un poco más y lo logré. Había abierto una rendija que me permitía salir. Lo mejor iba a ser trepar hacia el nivel superior. De ese modo estaría apoyada sobre la parte superior del ascensor y me sujetaría del piso del palier; si optaba por ir hacia abajo podía caer y lastimarme. A esa altura, no se me cruzaba por la cabeza la posibilidad de llamar a Zapata; quizá porque algo en mí había decidido que debía salir por mis propios medios.
   Además, ¿quién iba a creer lo que estaba pasando?
   Cuando tomaba impulso escuché la voz.
   -Nooo...
   Nada ni nadie iba a detenerme.
   Llevaba una mochila con algunos cosméticos para mi madrina, por eso la coloqué sobre el suelo del palier y trepé hasta el piso superior. Esto no fue muy difícil, porque el ascensor se había detenido justamente equidistante entre lo que yo suponía eran el segundo y el tercero, dividiendo el espacio de la puerta en dos mitades.
   Cuando subí todo fue más facíl. Pronto me encontré de pie en el pasillo. La voz desde el interior del ascensor ya no se escuchaba.
   Me coloqué la mochila a la espalda y avancé. El lugar estaba en perfectas condiciones: el piso brillaba, la pintura de las paredes estaba impecable. No lucía para nada abandonado. Seguramente el señor Zapata se había ocupado del mantenimiento después del incendio.
   Unas débiles lámparas, que colgaban desde el centro del techo, eran la única fuente de luz.
   Como ya conocía el edificio, sabía lo que tenía que hacer: caminar hacia el final del pasillo para llegar hasta la escalera que me sacaría de allí.
   Estaba a un par de metros de mi destino cuando escuché un grito. Un alarido estremecedor. Me llevé un susto de los mil demonios, casi me estalla el pecho del susto. Me quedé quieta, esperando que la voz no volviera a aparecer.
   Mala suerte.
   Otra vez un grito. Mucho más fuerte, desgarrador, tenebroso.
   -Nooo... el fuego.
   Miré hacia el ascensor. Me pregunté si el grito vendría de allí.
   Mis ojos se clavaron en el hueco oscuro por donde había salido yo. Primero apareció una mano. Pero no una cualquiera. La piel estaba completamente quemada, y no se trataba de quemaduras antiguas. Se podían ver los huesos de los dedos rodeados de grasa amarilla y sangre negra, hervida.
   ¿Nunca han sentido tanto rechazo hacia una cosa que les resulta imposible dejar de mirarla?
   Esto fue lo que sentí al ver lo que salió del interior del ascensor: un hombre con el cuerpo quemado. Sus ropas estaban en las mismas condiciones: negras, comidas por las llamas. No tenía ni un solo cabello en la cabeza. Pedazos de piel le colgaban de los brazos y el cuello. Caminaba hacia mí, torpemente, estirando las manos hacia delante, como un zombie aturdido.
   -No, no salgas, yo te voy a cuidar -balbuceaba.
   "Esto no me está pasando, no me está pasando", me repetía, e intentaba tranquilizarme.
   Imposible. Trataba de meter aire a mis pulmones, pero me daba la impresión de que el aire que tomaba no alcanzaba para oxigenarme.
   Giré para escapar de una buena vez de allí. Pero alguien se cruzó en mi camino. Había otra persona: una mujer me agarró por los brazos. Aparentaba ser bastante joven, aunque por el estado en que se encontraba no podía asegurarlo. Ella también tenía quemaduras en todo el cuerpo.
   Y olía a quemado.
   La miré. Sus ojos no tenían pestañas, sus labios eran pequeñas muecas achicharradas. Cuando traté de esperar, me apretó fuertemente. Luego, sujetándome por los hombros, me habló.
   -El señor tiene razon. Quedate con nosotros. Acá vas a estar bien. Tranquila, el fuego no va a llegar.
   Traté de zafar. Ella era increíblemente fuerte, demasiado para alguien de su tamaño.
   En eso, las puertas de los apartamentos comenzaron a abrirse una tras otra. Y fueron saliendo varios sujetos. Todos tenían el mismo aspecto que los anteriores.
   Quemados.
   Mientras deambulaban por el lugar, hablaban, parecían muy preocupados. Sus desplazamientos eran extraños: a veces tropezaban entre sí, chocaban contra las paredes y rebotaban. Pero eso parecía no extrañarles, solo volvían una y otra vez sobre lo mismo: cuál era la mejor decición a tomar.
   -Hay que esperar... -dijo uno-. Los bomberos van a llegar.
   -Si, eso, tenemos que quedarnos acá -insistía otro.
   Los sujetos dialogaban, con naturalidad. ¡Pero su aspecto, por favor! Estaban, estaban...
   Algunos de ellos se acercaron hasta las escaleras y miraron hacia arriba y abajo tapándose la boca y nariz con pañuelos amarillentos. Cuando observaban, apretaban los ojos, como si frente a ellos estuviese el fuego devorando todo a su paso.
   No había nada. Yo no veía fuego o humo por ninguna parte: ellos creían que el incendio sucedía en ese mismo momento.
   Traté de soltarme, una vez más. No pude. La mujer hizo lo imposible por llevarme (en realidad me arrastraba) hasta la puerta de su apartamento. Mientras lo hacía, me susurraba al oído:
   -Vamos a entrar. Ahí estaremos lejos de las llamas.
   "Un poco tarde para usted señora", pensé.
   Sentía que me iba a desmayar en cualquier momento. Si miraba al pasillo la escena era espeluznante. Toda esa gente caminando, con sus rostros desfigurados, sin pelo, con la ropa chamuscada. Era... era insoportable. La única opción consistía en cerrar los ojos o mirar el techo.
   Pero la mujer estaba tan cerca... Me apretaba junto a ella. Era inevitable, tenía que mirarla, oler su ropa y su cuerpo carbonizado.
   Vi sus orejas quemadas, como un plástico derretido, y un olor a carne asada me revolvió el estómago.
   Cuando llegamos a la puerta de su casa miré hacia dentro: todo el lugar estaba en ruinas. Muebles apilados se encontraban completamente achicharrados. La alfombra tenía manchas negras. Las ventanas estaban tapiadas por dentro.
   -No quiero entrar, déjeme -me resistía en vano.
   -Haceme caso -decía la mujer.
   -¡No hay ningún incendio! -grité.
   -Sí, sí lo hay. Pero nos van a sacar de acá, te lo prometo -me susurró la mujer,
   Me dio mucha tristeza ver en sus ojos el reflejo de esa confianza en una salvación que, en realidad, nunca le llegó.
   Probé a soltarme. Un intento más. No podía hacer nada contra su fuerza.
   Sucedió algo que me acercó una posible solución. Si es que aquel embrollo tenía alguna.
   El ascensor se movió hacia abajo y desapareció en el vientre del edificio. Un gran ruido de metales que se movían se apoderó del corredor. Alguien estaba manipulando los botones desde alguna parte. Uno de los quemados se acercó.
   -¡El fuego! -gritó-. ¡El fuego está subiendo!
   Ningún fuego subía. Simplemente habían accionado el ascensor. Pero ellos no lo sabían, o no querían saberlo.
   La mujer que me abrazaba me soltó y se llevó las manos a la cara.
   -¿Qué vamos a hacer? -sollozó.
   Por un momento sus ojos se escondieron detrás de las manos llagadas. Comenzó a llorar desconsoladamente. Aproveché y me escapé. Sin pensarlo demasiado, corrí a toda velocidad hacia la escalera.
   -Nooo... -bramó con desesperación la mujer al ver mi retirada-. ¡Hay que detenerla!
   Bajé dando saltos. Llegué al primer descanso y vi que estaba en el piso tres. Entendí, entonces, que los sujetos permanecían congregados en el pasillo y el palier del piso cuatro.
   Cuando llegué al siguiente descanso, me doblé el tobillo y caí dándome tremendo golpe contra la pared.
   El dolor era tan intenso que las lágrimas me brotaron como una catarata. Intenté erguirme, sin éxito. Pasos veloces se acercaban desde los pisos superiores.
   -¡Vamos, vamos! -se animaban entre sí.
   Me estaban siguiendo, lo podía escuchar con claridad.
   Miré hacia los escalones superiores. Aparecieron unas piernas con pantalones destrozados por el fuego. Estaban allí. Querían llevarme dentro del apartamento de la mujer. Me arrastré hacia el escalón que daba al siguiente piso.
   Uno de los hombres quemados se detuvo en medio de la escalera. Nos separaban apenas unos metros. El descanso no era muy extenso.
   Vi su rostro seco por el fuego. Era mi fin.
   -No, no -pedí-. Váyase.
   El hombre se detuvo. ¿Acaso mis palabras habían surtido efecto?
   Retrocedió sin dejar de mirarme.
   Desapareció tan rápido como había llegado.
   Cuando giré para aferrarme a la baranda de la escalera, vi algo. A mi lado estaba Zapata, con su escoba. La sostenía como si se tratara de un arma. En su rostro se vislumbraba una seriedad fúnebre.
   -Tranquila. Estás a salvo -señalo.
   Él también había visto al sujeto quemado. Evidentemente, estaba al tanto de lo que pasaba en los pisos deshabitados.
   -Sí, sí -dije yo, todavía desde el suelo. No estaba segura de qué debía hacer.
   Zapata advirtió mi nerviosismo. Entonces dijo:
   -¿Podés guardar un secreto?
   -Sí, soy buena con eso.
   Zapata, dejó su escoba apoyada sobre la pared. Se tomó su tiempo para empezar a hablar. Luego se inclinó a mi lado.
   -Acá pasó algo terrible -comenzó-. Hubo gente que sufrió mucho. Imagino que habrás escuchado la historia. Tenés que prometerme que no vas a contar nada de lo que te voy a confesar.
   -Prometido -dije con convicción.
   Me acaricié el pie. Lo sentía hinchado. Un calor intenso se había apoderado de mi pierna hasta la altura de la rodilla.
   -Te lastimaste...
   -El tobillo, me lo doblé.
   Entonces estiró su mano para ayudar a levantarme.
   -Dejame que te ayude. En la planta baja tengo algunos medicamentos.
   Los ventanales de la entrada daban paso a una hermosa luz. Me sentí mejor, a salvo de tanta locura.
   -Hay que ponerle hielo -dijo el encargado-. Por ahora, vamos a aplicarte una crema que pare la inflamación. Voy a buscar el botiquín.
   Zapato trajo una silla, la colocó frente a mí y me pidió que me sacara el zapato. El tobillo estaba inflamado como una sandía y me dolía cada vez más.
   Metió su mano en el botiquín y extrajo un pote amarillo. Luego se recogió el borde de la manga de su camisa azul para aplicarme la crema, y lo vi.
   Allí, en su brazo derecho, radicaba el secreto de Zapata, el encargado. Desde la muñeca hasta la mitad del antebrazo estaba completamente marcado por quemaduras que le habían deformado la piel en forma horrorosa.
   Pero las heridas de Zapata eran antiguas. Estaban cerradas, lisas.
   -Tranquila -comenzó-. Cómo habrás notado, los pisos de la escalera no estaban pintados, te mentí: no quería que utilizaras ese camino por motivos obvios. Hay días en que las cosas se complican en esa parte del edificio. Hoy es uno de esos días. El ascensor es más seguro; si no se tranca, claro. Mi intención era ayudarte, nada más. Yo soy un sobreviviente del incendio y sé lo que estabas pasando últimamente allí dentro; lo supe desde la primera vez que te abrí la puerta.
   -¿Ese era el secreto que tenía que guardar?
   -Uno de ellos. También te dije que mucha gente había sufrido en aquel accidente, ¿no?
   -Eso creo -contesté, atónita.
   -Bueno, la situación es mucho más compleja, todavía -sentenció el encargado.
   -¿Por qué? -quise saber.
   -Acá va el segundo secreto. Supongo que el que puede guardar uno puede con dos.
   -Le dije que era buena para eso -le recordé.
   Zapata terminó de aplicar la crema en mi dolorida articulación. Enseguida surtió efecto. Me sentía un poco mejor.
   -Bien, pero antes tenés que seguir comportándote como hasta el día de hoy. Nada de lo que te diga debe afectar tu conducta cuando visites este edificio.
   -No entiendo un pepino, pero se lo prometo.
   Zapata guardó la crema en el botiquín, miró hacia todos lados, como esperando el momento indicado para hablar. Yo ya me estaba impacientando.
   -¿Alguna vez te preguntaste por qué tu madrina nunca sale de su casa?
   -Sí, no sé. Es cuestión de gustos, creo.
   Zapata sacudió la cabeza.
   -Tu madrina es igual que los del piso tres.
   -Eh, no diga pavadas, Zapata. Si ella vivía en el último piso cuando pasó lo del incendio. El fuego no llegó hasta allá.
   -Es verdad, no llegó, pero ella bajó a ayudar. Y..., bueno, quedó atrapada. Entonces...
   -Pero ella no está quemada como los otros. Ella no está..., no está... muerta.
   -Hay veces en que no todo se reduce a muerto o vivo. Hay otras cosas, puntos intermedios -Zapata hizo una pausa-. No cualquiera puede advertir estos matices de la realidad... Yo puedo verlos. Vos también.
   -¿Muerto, vivo?... -murmuré.
   -¿Nunca te preguntaste por qué Luján usa y diseña siempre remeras de manga larga y nunca te muestra los brazos? Si es una mujer tan coqueta, como todos lo sabemos en el edificio, ¿por qué esconde la piel? Yo hubiese sospechado por el hecho de que una mujer tan joven necesita tanta cantidad de cosméticos y cremas para cubrir su rostro.
   -¿Cómo sabe que las remeras, los cosméticos...? -mi cabeza estaba completamente revuelta. La confusión era tan grande que no podía dominarme. ¿Mi madrina? Nadie sabía nada de eso, ¿cómo era posible?
   Claro, un accidente nunca ocurre si nadie se entera de que sucedió, ¿no? Mi madre no sabía que ella hubiese sido alcanzada por el incendio.
   -Entiendo que estés confundida.
   -No sabe cuánto.
   -Bueno, vos siempre fuiste muy buena con ella. Luján me lo confesó, se emociona por tu generosidad al venir a verla, a pesar de, bueno, ya sabés. Sos su motivo mayor de alegría.
   -Sí...
   Zapata parecía estar disfrutando al hacerme esa confesión, como si se quitara un peso insoportable de encima.
   -Espero que estés más tranquila, porque quiero que me hagas un favor. Estoy un poco atareado y no puedo subir en este momento.
   -¿Alguna vez volveré a estarlo?
   -Ja, eso depende de vos.
   -¿Qué es lo que tengo que hacer? -pregunté.
   -Un momento -dijo Zapata y se alejó llevándose el botiquín. Entró a una pequeña habitación al lado de la escalera. Luego salió de allí con un sobre grande.
   -¿Qué es eso? -quise saber.
   -Este es el favor que me tenés que hacer. Como prometiste no cambiar por tu madrina, le vas a llevar este paquete. Llegó hoy. Ella lo espera con mucha ansiedad cada nueva temporada. Por lo general se lo entrego yo, pero hoy es un día muy especial.
   -¿Y qué es?
   Zapata sonrió y me pasó el paquete.
   -¿No te lo imaginás?
   -No sé, bueno, ¿dígame qué tiene adentro?
   -Revistas. Las mejores revistas sobre diseño de ropa. Bueno, ¿ahora vas a subir a verla, verdad?

...

-Vico .

Eternidad.


AutoraAlyson Noël (USA).

Sinopsis:
 Desde que un trágico accidente acabó con las vidas de los padres y la hermana de Ever, la protagonista es capaz de oír los pensamientos de las personas que la rodean, tiene el don de ver sus «auras» (halo de luz propio de cada persona) y descubrir su pasado con sólo tocarles la piel. Además, se comunica con el espíritu de su hermana Riley, que la visita cuando menos se lo espera estando sola.
Tras unos meses de asimilación de lo que le ha sucedido, Ever, quién ya no es la chica popular que era en su anterior vida, se muda a vivir con su tía Sabine y entra en un nuevo instituto donde pronto se gana la fama de «chica rara». Solo tiene dos amigos, Haven y Miles. Pero todo cambia cuando un chico nuevo se incorpora a su clase: se llama Damen y pronto atrae la atención de las demás chicas, que intentan captar su interés. Ever, como siempre, se mantiene al margen, pero, para su sorpresa, cuando Damen la mira por primera vez a los ojos, le trasmite una sensación especial, indescriptible, casi mágica. Damen no tiene aura y además, cuando se acerca a ella, interrumpe la corriente de pensamientos ajenos que la atormentan. Con el paso de los días, y a pesar de negárselo a sus amigos y a sí misma, Ever no puede evitar enamorarse de él… Sin ni siquiera saber en realidad quién es.
Opinión personal: Este libro está muy bueno. Nos muestra al personaje de Ever como una chica solitaria, la chica rara que todos miran mal. Pero lo que no saben, es que bajo la capucha, lo s lentes y los auriculares, se esconde una chica capas de ver el aura de las personas. No sabe que hacer, la única persona que lo sabe es su hermana Riley y está muerta. La llegada de Damen indicó la llegada de los tulipanes. ¿Pero que significan aquellas flores que el le regala siempre que puede? Otra cosa que Ever no sabe, es quien es realmente Damen y porque no puede ver su aura.





Clementina

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martes, 28 de febrero de 2012

Memorias de una Geisha.


Autor: Arthur Golgen - EE.UU

Sinopsis: En esta maravillosa novela escuchamos las confesiones de Sayuri, una de las más hermosas geishas del Japón de entreguerras, un país en el que aún resonaban los ecos feudales y donde las tradiciones ancestrales empezaban a convivir con los modos occidentales. De la mano de Sayuri entraremos un mundo secreto dominando por las pasiones y sostenido por las apariencias, donde sensualidad y belleza no pueden separarse de la degradación y el sometimiento: un mundo en el que las jóvenes aspirantes a geishas son duramente adiestradas en el arte de la seducción, en el que su virginidad se venderá al mejor postor y donde tendrán que convencerse de que, para ellas, el amor no es más que un espejismo. Apasionante y sorprendente, Memorias de una geisha ha batido récords de permanencia en las listas de superventas de todo el mundo y conquistado a lectores en más de veintiséis idiomas. Su publicación en Suma coincide con el estreno en España de la superproducción basada en esta novela.

Opinion: Es un relato en primera persona, te atrapa de principio a fin. Muy bonita, emocionante y entretenida. Hay una pelicula que esta basada en el libro, con el mismo nombre; Memorias de una Geisha. 




-Vico .



imagine

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Hush, Hush.



Autora: Becca Fitzpatrick (USA)

SinopsisNora Grey es responsable y lista y nada inclinada a la temeridad. Su primer error fue enamorarse de Patch. Patch tiene un pasado que podría llamarse cualquier cosa excepto inofensivo. Lo mejor que hizo nunca fue enamorarse de Nora.



Después de ser emparejada con Patch en biología, todo lo que Nora quiere hacer es permanecer lejos de él, pero él siempre parece estar dos pasos por delante de ella. Puede sentir sus ojos sobre ella incluso cuando no está cerca. Lo siente cerca incluso cuando está sola en su habitación. Y cuando su atracción ya no puede ser negada, conoce el secreto de lo que es Patch y de lo que lo llevó hasta ella. A pesar de todas las preguntas que tiene sobre su pasado, tal vez haya una única pregunta que puedan hacerse: ¿hasta dónde estás dispuesto a caer?

Opinión personal: Libro de género paranormal romántico. El libro comienza con una historia de 1565. Me costo un poco entenderla pero luego los cables se van uniendo y queda una buena trama. No es el mejor libro que haya leído pero está bueno. Patch es un ángel caído y Nora una simple humana hasta donde piensa ella. Patch fue enviado con un propocito, ¿Su error? Haberse enamorado de la chica que le regresaría sus alas. ¿El error de ella? Haberse enamorado del chico que quiere su alma.



Clementina

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Crescendo (2)

lunes, 27 de febrero de 2012

¿Sabes que te quiero?



Autor: Blue Jeans. (España)

SinopsisLos problemas que Paula intentó olvidar cuando se fue a París, siguen esperándole a su regreso y no le será nada fácil dejarlos pasar. Surgirán nuevos líos amorosos y desengaños, a los que se sumará un error imperdonable que pudo cometer la protagonista en la “ciudad del amor”. Pero no todo girará en torno a Paula, si no que el resto de “las Sugus” también adquirirán un mayor protagonismo en la novela, que se verá salpicada de mentiras, traiciones y problemas realmente serios en la vida adolescente.

Opinión personal: Luego de dejarnos con ese final, Blue Jeans publica el segundo libro de CPP. En mi opinión es el mejor de los tres. Las decisiones que tomo Paula se van a ver reflejadas en este libro, con un final muy pero muy inesperado. Personajes nuevos irán apareciendo a lo largo del libro que harán las cosas complicadas para Paula y sus amigas. Esta vez, las Sugus se van a tener que replantear si la amistad es más fuerte que todo.



Clementina


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Canciones para Paula (1)

Socorro.


Autora: Elsa Bornemann - Argentina


Sinopsis: Una malvada abuela que odia a sus nietos; unas misteriosas manos que te agarran en la noche; una gigantesca tela de araña; niños que desaparecen; un cuadro que cobra vidad para denunciar un crimen.... Doce sobrecogedoras historias de miedo que ponen los pelos de punta. ¡Cuidado, no las leas antes de irte a la cama!. No podrás dormir...


Opinion: Este libro es de género Terror, como dice en la sinopsis, tiene 12 historias que te dejaran la piel de gallina. Sinceramente ame este libro, es muy bueno y las historias si dan miedo, al menos al final. Si te gusta el terror literario, LEELO! 


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Online Parte 2
Online Parte 3




-Vico .